jueves, 27 de marzo de 2008

de la tendencia al dramatismo y la ansiedad sistemática

sin jactarse siquiera
de una revelación original.

lunes, 24 de marzo de 2008

Savia

Establecer la frecuencia de la duda puede resultar un artificio manipulable y por ende, siempre generoso. Salvo por las noches en que su exorcismo es casi una misión. No sin renuncia, el paladar se acostumbra al caldo amargo, espeso, nauseabundo. Antes o después (porque la magia carece de rigidez) la razón se anula, el cuerpo es despojado de voz. Sólo una estela de agua oculta la luna, testigo único de esa garganta que expulsa los miedos hasta el ardor. Ahora su risa llega detrás de unos arbustos, sin rostro, intangible; se eleva y funde con las flores de indefinible color. Tendida su alma sobre el frío de las piedras, es cárcel y es abismo de esa lucha interna, equitativa, ignota del azar y sin premura. El sueño (otra vez, y sólo él) decide su llegada, pesado aunque intermitente, crudo y visceral. Y en un despertar confuso, el sol brilla intenso sobre una geografía de imposible descripción. Inconmesurabilidad de espacio y tiempo, los poros dispuestos a toda esa energía. Amanecer irrepetible. Fractura.

jueves, 13 de marzo de 2008

Súplica invertida

Voy dejando deudas donde apoyo los pies
de lo inconcluso, de los tugurios por conocer
es momento de rendirse a la osadía
cientos de vasos por beber
y quince días sin promesas, agujas ni mentiras

Voy dejando migas de pan por el camino
huellas inconscientes, velas encendidas
un disfraz de risas, besos que rara vez esquivo
confesiones ebrias, abrazos que no explican
no absuelven ni olvidan
prejuicios que finjo superados o al menos ignorar

no me mires de ese modo
que empiezo a desconfiar de tus pupilas.

Y una excusa para volver, que siempre es necesaria
un puente que valga la pena cruzar
el mate esperándome de yerba ansiosa de aventuras
un timbre inoportuno, el sueño interrumpido

no me mires de ese modo
que tu mirada me derriba

suplicando mi entrega,
volviéndome a las horas de las cuentas pendientes,
de una carta mal jugada, de una partida perdida

no me mires de ese modo
que tu mirada me confunde, me atraviesa, me aniquila

desafiando mi cordura, tentando mis barreras

y es demasiado pronto
todavía

o no.