Asistir a la muerte
de una porción de pasado
los recuerdos agolpados
en las yemas
de los dedos
sobre el piano.
Volcarse a lo fácil
rendirse a lo inconcluso
cada estrella es un momento
en un cielo atiborrado.
Asistir a la muerte
de un fragmento de historia,
asfixiar el deseo
que es un poco asistir
a la muerte de uno mismo
-en definitiva,
si nos dejamos-
de tantos fantasmas
y piernas
enredados
en las sábanas.
Revivirlos una noche
en otra voz
en una risa cualquiera,
ahogar el llanto.
miércoles, 6 de febrero de 2008
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