viernes, 2 de noviembre de 2007

Soliloquio

Un silbido dobla la esquina, hasta parece amalgarse a esas notas que estallan dentro de mí, alguien mira (creo que hace una hora que estoy acá, entre papeles que no alcanzan para describirlo todo). La excusa es esta parada tan poco concurrida un lunes por la madrugada, esperar el colectivo y sin verlos, se han ido dos ya. Por suerte siempre hay un perro metiendo el hocico en las bolsas de basura, por suerte digo porque lo abrazo y me olvido un poco de estas ganas de bailar, de regalarte este instante, vos ahora tan lejos (no es cuestión de distancia cuando no estás), nunca es tuya la sombra tambaleante con la que sueño hasta que se acerca y pasa por mi lado casi rozándome. Cada minuto que pasa es una hora menos de sueño ahora que ya es mañana, pero la baldosa está fresca y hace calor. Ahora que lo pienso tal vez sea el momento: aunque te amé en cada grito, en cada palabra muerta, la magia es un instante y para quedarme sólo con eso ya debe ser suficiente,
llega un colectivo,
cualquiera sea,
me voy.

1 comentario:

Candela dijo...

me dejás soliloqueada y con ganas de soliloquearla...las esperas en las paradas de colectivo, casi el último de los instantes en que nos permitimos quedar fijos en las veredas de este monstruo de ciudad que te arrastra hacia el cento de un huracán cinético, lleno de vacío. love it